jueves, 18 de diciembre de 2008

Mi yayo

El otro día estuvo mi madre toda la mañana en casa de mis abuelos. Mi abuela tenía que hacerse unas pruebas en el hospital y mi madre fue a quedarse con mi abuelo mientras ella estaba fuera. Tiene Alzheimer.

Cuando llegué por la tarde a mi casa, después de trabajar, le pregunté a mi madre que qué tal le había ido, que si el yayo (así le llamamos todos sus nietos) le había “dado guerra”. Me dijo que no y me estuvo contando…

- Papá, levántate de la cama, ¡venga!.
- ¿Para qué me voy a levantar?.
- ¿Cómo que para qué te vas a levantar? Pues para desayunar, ducharte y vestirte.

Después de la ducha.

- Toma, ponte esto.
- ¿Y esto qué es?
- Es un chándal muy bonito que te he comprado, anda, póntelo.

Entonces mi madre salió de la habitación y se puso a hacer el desayuno. Mientras se está calentando la leche vuelve entrar en el cuarto. Cuando entra ve como mi abuelo se está quitando el chándal que le había dado para ponerse.

- Papá, ¿qué haces?.
- ¿Cómo que qué hago? Pues quitarme el pijama…
- Qué no, papá, que eso es el chándal que te acabas de poner…

Y entonces mi abuelo se vuelve a poner el pantalón del chándal y se va a desayunar, bueno, más bien es mi madre la que le lleva a desayunar.

Cuando en mi familia se cuentan este tipo de anécdotas, todos tendemos a reírnos y a analizar lo caprichosa que es esta enfermedad. Cómo se puede olvidar una persona de lo que acaba de hacer y recordar perfectamente otras cosas que ocurrieron hace 50 años. Por ejemplo, a mi abuelo le ha dado últimamente por dormir con los pantalones debajo de la almohada. Esto es una costumbre antigua que tenía cuando iba de pueblo en pueblo vendiendo caballos, como dormían en cualquier sitio, se colocaba los pantalones con el dinero debajo de la almohada para que no le robaran.

Yo veo la memoria como una pila, los recuerdos más viejos están en el fondo de la pila, y los más nuevos en la cima. El Alzheimer es un duendecito cabrón que se dedica a vaciar la pila, con lo cual los recuerdos recientes desaparecen primero, y los antiguos permanecen más tiempo… El problema es que el duendecillo acaba cogiendo forma y vaciando la pila cada vez más rápido, hasta que llega a los recuerdos más básicos, como hablar, comer, ir al servicio, andar, respirar… Tiene bastante poco de cómico, la verdad.

No me gusta ir a ver a mi abuelo, y no me gusta porque no soporto verle así, echo de menos su mala leche y su vitalidad… Ahora está en la cama 20 horas al día, le cuesta muchísimo reconocerme y está delgado y débil… No puedes hablar con él porque, a veces no te oye y otras veces parece que no tiene ganas de hablar. De hecho, en sus momentos de lucidez, probablemente no tenga ganas ni de vivir.

El Alzheimer es una muerte en vida, al principio un infierno para el que la sufre, al final un infierno para las personas cercanas a él. Espero no padecerla nunca ni que nadie más cercano a mí la padezca tampoco. Aunque pensándolo bien, prefiero que encuentren una cura, y que sea pronto.

2 comentarios:

almudena.. dijo...

La verdad es que es una enfermedad terrible. Sobre todo cuando vas a ver a alguien y no te reconoce. O peor aun, cree que eres otra persona. Hay veces que la enfermedad saca a la luz los verdaderos sentimientos de una persona, es lo que dices, que los recuerdos antiguos permanecen. Y un buen dia te enteras que tu abuelo o tu abuela ha estado pensando toda su vida en el vecino/a de al lado o similar.

Tambien es cierto que ocurren situaciones curiosas y graciosas, de las que te tienes que reir para poder seguir teniendo fuerzas para volver al dia siguiente.

Mi abuelo tuvo una epoca que cada vez que ibamos a verlo tenia una novia distinta y cada dia nos invitaba a su boda. Y la otra abuela y el se iban del brazo pasillo arriba. Mientras los familiares de la otra persona y nosotros nos quedabamos a cuadros....

En fin... Espero que encuentren una cura pronto...

Esto me ha recordado a algo que lei una vez...

La vida según Quino



… Pienso que la forma en que la vida fluye está mal. Debería ser al revés: Uno debería morir primero para salir de eso de una vez.

Luego, vivir en un asilo de ancianos hasta que te saquen cuando ya no eres tan viejo para estar ahí.

Entonces empiezas a trabajar, trabajar por cuarenta años hasta que eres lo suficientemente joven para disfrutar de tu jubilación.

Luego fiestas, parrandas, alcohol. Diversión, amantes, novios, novias, todo, hasta que estés listo para entrar a la secundaria…

Después pasas a la primaria y eres un niñ@ que se la pasa jugando sin responsabiliddes de ningún tipo…

Luego pasas a ser un bebé, y vas de nuevo al vientre materno, y ahí pasas los mejores y últimos 9 meses de tu vida flotando en un líquido tibio, hasta que tu vida se apaga en un tremendo orgasmo…


y como siempre, escribo mas en los comentarios ajenos que en mis entradas! jaja

besitos!
almudena..

Anónimo dijo...

hola, soy albert; echaba de menos a mi yayo, lo escribi en google, y me salió tu blog, es triste pero lo escrito ahi refleja millones de vidas perdidas por esta malefica enfermedad. yo sufri exactamente lo mismo. Mi yayo, el pilar mas sólido de mi vida fué arrancado de nosotros. te he sustraido el texto para compartirlo con mis amigos en face. gracias, paz